En el aire
Ese día me encontraba en un estado de desolación, pensé que no podría comunicarme con la vía láctea. Me trasladé a la masificación de la calle Corrientes, por la que circulaban los llamados ilustrados que narraban un cuento con personajes que circulaban por el teatro San Martín y la 9 de julio, dónde se sentí la puntada del obelisco. Tomé un café en La Giralda y me encontré con unos amigos en Diagonal Norte. Cuando los despedí, volaba acompañada de las estrellas, ellas me saludaban con su guiño y me trasmitían el sentimiento de su posterior soledad. Sentía la sensación de estar borrada del mundo que se alejaba cada vez más cuando doblaba con ligereza las esquinas de una ciudad que se convertía en un universo intacto.
Cuando doble por Callao, recuperé la simpatía que me trasmitieron los peatones.
Ese día me encontraba en un estado de desolación, pensé que no podría comunicarme con la vía láctea. Me trasladé a la masificación de la calle Corrientes, por la que circulaban los llamados ilustrados que narraban un cuento con personajes que circulaban por el teatro San Martín y la 9 de julio, dónde se sentí la puntada del obelisco. Tomé un café en La Giralda y me encontré con unos amigos en Diagonal Norte. Cuando los despedí, volaba acompañada de las estrellas, ellas me saludaban con su guiño y me trasmitían el sentimiento de su posterior soledad. Sentía la sensación de estar borrada del mundo que se alejaba cada vez más cuando doblaba con ligereza las esquinas de una ciudad que se convertía en un universo intacto.
Cuando doble por Callao, recuperé la simpatía que me trasmitieron los peatones.
Analía Pérez Portillo.
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