HAMACAS

Deslizate en la plaza surrealista

sábado, 12 de diciembre de 2009

Cambio

Sofisticaciones humanas en la grilla de un juego que es díficil de terminar, pero culmina al fin.
Cuando comienza otro rumbo, todo se ordena. En ese momento, pensas todo claro y tus diferentes metas caen como agua. La idea es que dicha agua se expanda en el horizonte y en el más allá para que todo fluya y se escuche la calma.
Esperaba que me sucediera está sensación tan bella del cambio, llega con mayor intensidad y es mía, es mi propiedad.

jueves, 10 de diciembre de 2009

NARANJA

En el medio de la naranja me zambullo para hundir mi piel en un ácido natural, intento cambiar de aire y volver a lo que me faltaba: un poco de cinismo inteligente en el dulce paraíso lunar. El color naranja me acompaña, porque no me interesan colores definidos como el rojo, sólo intento buscar algo complejo que me ayude a reflexionar sobre el acto innecesario. Pensar y unir hilos para ahogarme en un jugo de creencias inexistentes. Realismo y subrealismo, con un poco de cada uno sobrevivo en el puré de cerezas que me hice el otro día en la casa de mi tía.

Analía Pérez Portillo

martes, 8 de diciembre de 2009

Virus

Consumo aire contaminado de ansiedad y de gente enviciada que busca en los extremos de los caminos pequeñas huellas de destinos sin resolver, tratan de llegar a etapas que son las mismas que están viviendo y sobreviven en un canal de misterio y duda.

Analía Pérez Portillo

sábado, 1 de agosto de 2009

Las pisadas me miran los ojos

Los desencuentros están postulados por el tiempo que dura siete días: repetidos, infinitos y demasiado constantes. Estoy en un lugar donde las estrellas me alumbran los pies, el olor a pasto seco me incomoda. Me concentro en los golpes que escucho debajo de mi cuello, sumerjo mis piernas en el agua sucia del lago, pero no tengo minutos, sólo segundos para escapar.
La noche me esta mirando muy fija, el susto viene, con mi mente lo intento dejar, sin embargo, corro, pero me caigo y lloro. La lágrima me quita la sed de la cara, no refresca mi ansiedad
Veo un árbol, me tiro, raspo mi mano, estoy ensangrentada, en ese líquido está la forma, pero no tengo tiempo para ver el contenido... me persiguen...
Corro de nuevo, está vez caigo en un pozo de barro, utilizo mis ojos y te veo, ya es demasiado tarde, no me vas a encontrar, tu brújula se rompió.

Analía Pérez Portillo

Fusión de cuerpos

Solté tu mano, comencé a combinar el mundo subordinado a los olores que dejaste en mi brazo antes del momento de dejarte en el subterráneo, donde tus ojos y boca, de la mano de enfrente, no se escondían por las vías que ocultaban tu piel. Al despedir tu boca, en el fino acero coloqué mi mano que saltaba continuando con mi sonrisa entusiasmada a la que llegué cuando te encontré.
Primero vos,
segundo la pausa para conjugarse con uno mismo en combinación con tu figura que aparece constantemente en forma de sorpresa.
Entonces, divido las esferas de los tiempos que vuelan en una continua intermitencia.

Otro día encontré nuevamente tu mano,
estuvimos juntos:
dentro de un balcón,
dentro del aire de ese balcón,
dentro del árbol de ese balcón,
dentro de tu piel en ese balcón,
dentro de tus labios en ese balcón
dentro de tus ojos en ese balcón.
En y ese balcón conjugándonos.
Cosquillas,
guerra de almohadas,
sonrisas,
ternura,
miradas,
abrazos,
besos infinitos...........................................................................................................................


Analía Pérez Portillo

Vaciando el sólido

A unos minutos de mi ventana, observo un mundo simétrico que no tiene forma de árbol:
es tan cuadrado
tan lineal
tan plano. Justo aquí introduzco mis pies donde el piso es:
mas áspero, mas sucio, mas frío.......
Comenzando por este camino, siguiendo los puntos suspensivos, me encuentro con el vacío que es inverso:

......................... hay veredas...
hay luces rojas que caminan...
hay entradas de edificios...
está mi entrada,
están mis escaleras,
está mi cuarto en el fondo del cubo,
está el maullido,
ESTOY YO en el escritorio.

Antes de llegar a unos minutos de mi ventana visualizo estructuras de cemento que no hablan, solo tienen vida:
abren sus luces y se duermen con lo negro de las 12,
hora en que me quema su no sonido de cajita musical.

A las 13 la sombra coloca mi mano en la hoja, pero es mi cabeza la que introduce el yo en la tinta, con mi mano abro el filo de mi cerebro y escupo ideas en forma de shampoo.
Shampoo con olor a flor cuyos pétalos se escuchan :

en lo exterior de mi casa,
en lo exterior de mi mueble,
en lo exterior de mi vecino,

NO SOY YO, SON LAS IDEAS DENTRO DE MI ABRELATAS.



Analía Pérez Portillo

Burbuja y Jarrón

Me doy vuelta y eso que ví alguna vez, ya no está: se esfumó como una burbuja que explotá a medio camino. Sigo caminando, y de repente el jarrón que estaba perfectamente colocado en la mesa de vidrio se rompé en mil pedazos. Al sentir está sensación que las cosas vuelan cuando las estas corriendo, me pongo en un estado de nerviosismo que me genera cosquillas en todo el cuerpo. Esa idea de no poder llegar al fin de la carretera, como si culminar fuera algo distinto y divertido, me da ganas de ser un boxeador y pelear con esta idea.

Sí yo en vez de ser yo, fuera esa burbuja o ese jarrón ¿me gustaría ser algo inanimado que se rompé todas las horas del día para cambiar?

Analía Pérez Portillo

miércoles, 29 de julio de 2009

El plato

A escondidas bebo el plato que estuve deseando durante tantos días:
Sal ácida de murciélago, acompañada de glucosa de veneno de rata y sangre de tiburón. ¡No les puedo explicar cómo fortificó mi ser aquél plato delicioso!
Ahora, mis ojos pueden ver más de lo que ven, mis uñas ya son garras y mis manos tocan más de un piano. Mi fuerza es exacerbada por la espinaca vitamínica y acapara caminos clandestinos de alimentos que no son vegetales.

La despreocupación de ingerir alimentos desagradables me enorgullese. Satisfecha estoy de haber tomado de niña la leche de pimienta gangrenada que me permitió adquirir ciertos adjetivos: diferente y adecuada. A los 12 años esas cualidades me permitieron hacer oraciones sintácticas proposicionales, no con lápiz, sino con una birome de tintas de lícor de chocolate. Pasados unos años, borré dichas estructuras para sumergirme en el día sin hora, creando la letra especialmente diseñada con duraznos en ácido fólico.
Analía Pérez Portillo

Dominación

Falta girar al revés para asimilarnos al eclipse.
Somos neutros, porque hay una recta dominada por puntos infinitos. Subordinados por las leyes del espacio, cuando comenzamos a caer, creemos estar protegidos. La masa de humo asfixia, somos tiburones dentro de gigantes. Gigantes que creen estar dominados por sí mismos. Para ellos, suprimir humanos, es prácticamente igual que ignorar caracteres.
Las gargantas están llenas de residuos que no se pueden tirar en otro lado, es por eso que callamos para asegurarnos que nos están repudiando.
Nos sentimos atragantados por el poder fugaz de algo que no tiene consistencia, algo que se desvanece en el aire. Utilizamos paraguas para proteger nuestra individualidad, es el mejor remedio contra los hombres que pretenden “dominar”.

Analía Pérez Portillo